
Sara Monge es ceramista y da formación de ello, pero además de eso, es una persona muy especial, que destila por todos sus poros esa pasión que solo poseen aquellos que aman su profesión. Posee en ella una tranquilidad y un sosiego parecido al blanco puro de sus piezas de cerámica. Desde Madeinzaragoza os tenemos que decir que ha sido todo un gusto poder charlar un ratito con ella.
¿Cómo empezaste en el mundo de la cerámica?
Fue un flechazo inesperado. Yo estaba en la universidad cursando trabajo social y, de casualidad, por hacer algo diferente, me apunté a un curso de cerámica de un par de tardes por semana.
Esperaba hacer alguna tacita, jarrón o algo por el estilo, pero como me apunté a mitad de un curso, en mi primera clase me tocó hacer un Raku. Y me enamoré por completo de aquello.
Un Raku es una cocción oriental experimental donde actúas con los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire de manera muy directa y espectacular.
Desde ese momento, quedé enganchada a la cerámica y ya no la he dejado. Acabé ese año la universidad, y mientras buscaba trabajo, me apunté a la Escuela de Artes. Al terminar monté mi taller… y hasta ahora.

¿Por qué, de todas las técnicas artísticas, te llamó la atención el torno y la cerámica?
La cerámica me parece la más completa de las artes. Puedes trabajar la escultura en volumen, el modelado en mural, la pintura con pigmentos y esmaltes, el volumen simétrico del torno, las texturas, etc. Las posibilidades que te ofrece son infinitas, por eso me gusta.
Y, además, ves la transformación del material cuando el barro se convierte en cerámica y el esmalte en cristal al pasar por el horno. Eso es algo mágico.
A veces esa transformación puede ser un poco frustrante porque no siempre sale del horno lo esperado, pero lo aceptas como parte del proceso.

Tus piezas reflejan mucha armonía, son muy zen, ¿es lo que quieres transmitir?
En la cerámica, el contacto con el material es muy directo y es inevitable transmitirle tu energía. Y, a su vez, el trabajo con el barro me aporta el equilibrio y la armonía que intento llevar en mi vida. Cuando me encierro en el estudio por las tardes a crear, me invade la calma, me puedo aislar de todo, me concentro en mi trabajo y estoy bien.
Además, a la hora de diseñar mis piezas siempre me inspiro en las formas de la naturaleza, que también transmite esa armonía que busco.

¿ A qué te estás dedicando más últimamente?
Actualmente me estoy enfocando más en el diseño y pretendo darle valor al objeto de uso cotidiano. Me gustaría que valoráramos más los objetos del día a día. No es lo mismo tomarte una cerveza en un vaso normal que en una jarra de cerámica.
La belleza de una creación artística puede estar tanto en una escultura más artística, como en un objeto que usamos todos los días.
Los objetos que nos rodean influyen mucho en nuestro estado de ánimo y pueden hacer mucho más agradable nuestras rutinas diarias.

¿Qué es la cerámica para ti?
La cerámica, además de mi profesión, es mi forma de vida. Dedicamos muchas horas al día al trabajo y me parece importantísimo que puedas dedicarte profesionalmente a algo que te guste y puedas disfrutar, para llevar una vida sana. Yo tengo esa suerte.

He visto que también haces piezas para gatos, mini cuevas para gatos, muy artísticas, ¿de dónde surgió esa idea?
Hace varios años participé en un proyecto sobre artesanía que acabó en una exposición donde presenté una serie de esculturas con las que podía interactuar un gato. Me pareció una buena idea, pero en ese momento no tenía tiempo y deje esa idea aparcada. Durante el confinamiento pude madurar (me confine con dos gatos) y decidí apostar por ella.
Para mí, son esculturas que están vivas, porque cuando participa un gato en ellas las mejora y completa. Creo que los objetos tienen capacidad para transmitir emociones y cuándo tienes en tu casa una pieza así le da un protagonismo y un carácter único al espacio donde las coloques.

¿Se puede vivir de la cerámica?
Si, se puede. Yo llevo viviendo de la cerámica cerca de 20 años. Alguna temporada me he dedicado más a pieza escultórica, otras más a la pieza utilitaria, o al diseño. Y siempre me he dedicado de forma paralela a la enseñanza de la cerámica con distintos colectivos, muchos de ellos sociales. Cada uno encuentra su fórmula.
Tiene sus altibajos porque nunca viene el trabajo de manera gradual, como cualquier trabajo artístico, pero bueno, imagino que le ocurre a la mayoría de las personas que trabajamos de forma autónoma. Trabajo de lo que me gusta, y eso es impagable.
