Que el mundo de la cerámica está viviendo un boom, no lo puede negar nadie. En las grandes capitales, los talleres de cerámica abren sin cesar gracias a un público que desde la pandemia, necesita realizar trabajos manuales que les permitan desconectar y encontrar tiempo para realizar esos pequeños hobbies que antes no podían permitirse, buscando experiencias de calma que les ayuden a salir de la rutina.
Cuatro años después, se ha demostrado que esa pasión para trabajar con las manos es mucho más que una moda. Es una tendencia que ha llegado para quedarse, tal y como demuestran las últimas aperturas, que llegan a sumarse a la oferta que ya existía. El pasado mes de julio, mientras media ciudad se disponía a marcharse de vacaciones, Bárbaro Crespo abrió Pizco Cerámica en el número 2 de la plaza de San Pedro Nolasco.
Bárbara es terapeuta ocupacional, y durante la pandemia, se dio cuenta de que quería un cambio de vida. Aunque le encantaba su trabajo, tenía una pasión que cada vez ocupaba más tiempo en su mente, y en su vida: la cerámica. Comenzó haciendo cerámica en casa, llevando sus piezas a hornear a otros talleres. Durante el confinamiento, mientras otras personas hacían pan y deporte en casa, esta artesana se dedicó a hacer platos, llegando a hacerse su propia vajilla.
Pero llegó un momento en el que necesitaba tener su propio horno, y como en casa era imposible, buscó un local en la Magdalena para instalar ese horno, experimentar y trabajar de forma cómoda a nivel de torno. Tras el local para uso particular, el paso natural era crecer, y abrir un taller abierto al público. Así que Bárbara decidió dar un paso adelante, dejar su trabajo y abrir este nuevo espacio que llega para llenar de arte la plaza de San Pedro Nolasco.
En este nuevo espacio, Bárbara vende sus propias creaciones, y también va a dar cursos de cerámica personalizados en pequeños grupos para enseñar todo lo que ha ido aprendiendo en los últimos años. En esos talleres semanales, impartirá clases de cerámica tanto de torno como de modelado. En ambas modalidades, los asistentes realizan el proceso entero, ya que además de modelarlas, terminan decorando y esmaltando las piezas.
Muchos de los asistentes que acuden hasta Pizco nunca han hecho cerámica, algo que Bárbara destaca que no es problema, al ser talleres con pocos asistentes. Este formato permite personaliza la formación y que pueda ofrecer las técnicas y consejos necesarios para crear con confianza y soltura esas piezas que luego decorarán sus casas o vestirán las mesas. En el proceso, esta artesana utiliza arcillas de alta temperatura que adquiere en Cuarte de Huerva, y las hornea a temperaturas de hasta 1.300 grados.
Para modelar, la artesana apuesta de forma clara por respetar el material. Le gusta respetar la naturaleza, que se vea el color del barro. Precisamente, siempre elige barros que le gustan mucho y que son especiales para ella, como la chamota, o los que tienen tonos más neutros. Para Bárbara, lo importante es que sus piezas tengan un aire natural y que transmitan calma.
Venta de cerámica
Además de las clases de cerámica, esta artesana tiene a la venta algunas de sus creaciones. Desde jarrones a tazas, pasando por bandejas, jarras o platos de diferentes tamaños, entre otras piezas como cafeteras para filtros. Entre las piezas más demandadas, están los platos para pizzas, platos que son más complicados de encontrar a causa de su tamaño.
También hay macetitas, jarrones, jarrones donuts redondos hechos con torno y que complicados de crear., huellitas de bebé para recuerdo, platitos para las alianzas de boda e incluso lámparas de cerámica. Próximamente desde Pizco lanzarán una línea de joyería en la que están trabajando en estos momentos en colaboración con una orfebre.
Al margen de las piezas que hay en tienda, si se quiere algo más personalizado, como por ejemplo una vajilla determinada, o con las iniciales, es necesario hacer un encargo para que Bárbara pueda crear esas piezas únicas para cada cliente.