Bajo el poético título «Oí aquellos pasos y dudé», la artista Emma Gómara presenta su intervención efímera en el ciclo «Autoficción y otras narrativas personales» que estamos realizando durante este año en el proyecto Córner MIZ.
Emma Gómara nos presenta una obra compuesta por una galería de personajes creados a partir de fotografías que ha ido realizando en sus viajes personales. Como la propia artista nos contó en la presentación de la obra, su proceso creativo surge a partir de encuentros casuales con esas personas en entornos urbanos que captura desde la distancia con su cámara de fotos y que más tarde rescata, descontextualizándolos y eliminando cualquier referencia geográfica, urbana o incluso cultural del lugar en el que las encontró.
El proceso de la artista supone aislar a esas figuras humanas en función del interés que le han causado, según la iluminación, la postura, la ropa que llevan, la perspectiva o la propia actividad que están desarrollando en la calle. Ese aislamiento lo realiza en un doble sentido, plásticamente en su proceso creativo en el que elige las figuras y las aisla del paisaje urbano trasladándolas a espacios neutros separadas unas de otras, y conceptualmente, ya que visibiliza y subraya el carácter de aislamiento del ser humano en la actualidad -ya sea voluntario o impuesto socialmente-.
Como pudimos ver con anterioridad, la obra de Emma se caracteriza por desarrollarse dentro de una figuración pictórica muy personal: uso del blanco y negro con un amplio abanico de grises intermedios, gamas cromáticas muy coherentes, juegos de iluminación muy marcados y múltiples perspectivas visuales. A esto se añade la ausencia de elementos de referencia en el fondo lo que enfatiza esa sensación de aislamiento individual que nos presenta en su lectura.
Los fondos adquieren un gran protagonismo gracias a esa ‘casi’ ausencia. Son fondos tan limpios y asépticos que apenas los vemos y pasan totalmente desapercibidos a simple vista. En la interención realizada, la artista añade unas geometrías sobre esos fondos con una clara función compositiva. Son bloques de color que utiliza para crear una armonía en la composición y crear nexos de unión entre las figuras descontextualizadas.
Otra de las características de su obra es la ausencia de rasgos faciales en las personas representadas. Son personas sin rostros definidos que o bien no tienen rasogs, los tienen borrosos y desdibujados o bien los ocultan bajo gafas de sol. Para Emma este es un recurso plástico muy importante que le ayuda a centrar la atención en lo que realmente le interesa: la propia figura humana, su movimiento y su actitud. Pero además, le añade cierto misterio a la obra al eliminar cualquier rasgo de identificación personal.
Con esta intervención, Emma Gómara nos plantea la metáfora de la burbuja individual, como estamos cada vez más interconectados socialmente pero al mismo tiempo más aislados y somos ajenos a lo que nos rodea en nuestro entorno más inmediato, por ejemplo, al caminar por la calle. El título de la obra nos habla de cómo pueden influir las personas unas sobre otras y cómo, esto, provoca decisiones en nosotros mismos que determinan cómo somos y cómo queremos ser.
En la pared frontal, la artista presenta las figuras duplicadas de forma simétrica, ofreciéndonos una doble lectura de cada persona. Esta doble lectura simétrica supone también una lectura personal de la persona, ya sea positiva o negativa y cómo, a partir del significado que extraemos de esa lectura, creamos nuestro personaje interior.
La intervención de Emma Gómara se puede visitar hasta el 30 de noviembre en el espacio Córner MIZ, en Zaragoza Activa | La Azucarera (Más de las Matas, 20) en el horario* de apertura del centro.
(*Consultar horarios según normativa sanitaria covid 19)