Los cortometrajes ‘Fres-Boi’ y ‘Una aventura de miedo’ son la doble carta de presentación audiovisual de la joven zaragozana
La animación desprende una magia especial debido a sus posibilidades narrativas y estéticas, factor que guía la dedicación de Cristina Vilches. Los cortometrajes ‘Fres-Boi’ y ‘Una aventura de miedo’, proyectados en festivales del género y enmarcados en la cautivadora y laboriosa (por lo que implica de proceso artesanal) técnica del ‘stop-motion’, constituyen el prometedor inicio de una joven zaragozana con la ilusión de posicionarse en el audiovisual y aplicar su pasión con sentido emprendedor. Su caso permite además visibilizar un ámbito pendiente de un impulso en Aragón, situación paradójica en la tierra del pionero Segundo de Chomón.
Para Vilches, de 25 años, la animación posibilita “crear mundos y dar vida a algo que no lo tiene”. Su interés por la disciplina artística adquirió una nueva dimensión en Pontevedra, adonde se trasladó para finalizar los estudios de Bellas Artes que comenzó en Teruel. Allí realizó un máster de libro ilustrado y animación audiovisual, en cuyo contexto surgieron sus citados trabajos. Lo que le fascina del medio es que engloba el dibujo (la fase del ‘storyboard’), el boceto, la escultura, la escenografía y el componente cinematográfico.
Los cortos de la también ilustradora y diseñadora (un cartel suyo fue la imagen de la quinta edición de los Premios Simón del Cine Aragonés) incorporan el sello The Monster of Animation, nombre de su web profesional, el cual se debe a su predilección por las criaturas fantásticas. De hecho una de ellas, el simpático Fobos, protagoniza junto a un niño su debut, ‘Una aventura de miedo’. La obra, con un título que encierra matices respecto a la premisa y la evolución del relato, expone una amistad y un viaje mediante los que un pequeño destierra sus temores, discurso que entraña valor didáctico y canaliza la inquietud de Cristina Vilches por la psicología infantil. Concibió el proyecto como un reto personal con objeto de ver hasta dónde podía llegar y de que le sirviera de carta de presentación, de ahí su sencillo pero cuidado aspecto visual.
‘Una aventura de miedo’ ha tenido recorrido nacional e internacional por festivales especializados, al igual que ‘Fres-Boi’, en el que un esquimal se instala en una base científica y encuentra un huevo con el que establece un peculiar vínculo. La historia articula apuntes de humor amables y de carácter clásico y depara una divertida sorpresa argumental que despierta una sonrisa. Vilches desarrolló la propuesta mano a mano con la suiza Paloma Canonica, su amiga y compañera de prácticas.
Un premio con significado
‘Fres-Boi’ ganó el premio al mejor cortometraje aragonés en la 21 edición del Festival de Cine Zaragoza. Ese trofeo Augusto tuvo un significado añadido porque a la distinción optaban trabajos de acción real y de animación, lo que supone un pequeño triunfo de naturaleza simbólica para un ámbito aún considerado de forma errónea y por defecto menor. Cristina Vilches protagonizó una de las anécdotas de la gala de clausura por la emoción que mostró al recoger el galardón y por reclamar que en Aragón se pueda hacer animación. “Sentía que debía realizar la reivindicación”, afirma cuando recuerda el momento.
Mientras continúan las buenas noticias en forma de selecciones en festivales, la joven ya piensa en su tercer cortometraje, que de nuevo será en ‘stop-motion’, técnica que trasciende el concepto de otorgar movimiento a los muñecos y refuerza la conexión con la historia.