¿Sabrías decir en qué comercio de Zaragoza se fabrican las palmas del Domingo de Ramos? Se trata de la Cestería Antonia Escuer, una tienda que nos acompaña desde el año 1900 en el número 6 de la Calle El Temple.
Aunque las palmas del Domingo de Ramos son su producto más popular, no es ni mucho menos el único. Tiene cestas de todos los tamaños y usos, baúles, alfombras, costureros, bolsos, objetos decorativos, lámparas, muebles, sillas, sombreros y tantos otros artículos que es difícil mencionarlos sin olvidar ninguno.
Además, es la última cestería que queda en Zaragoza. Antiguamente había bastantes cesterías en nuestra ciudad pero fueron dejando el negocio. Vamos a conocer su historia de la mano de su propietaria, Belén Gracia.
Historia de la Cestería Antonia Escuer
Mi bisabuelo fundó la cestería en el año 1900. Empezaron como un almacén donde hacían escobas, y luego, poco a poco abrieron este negocio y aquí ya empezaron a hacer cosas de cestería. Con el tiempo fueron incrementando los artículos que se fabricaban. Por ejemplo, hacían persianas, que era lo que antiguamente se llevaba.
Luego el negocio pasó a mis abuelos, después siguieron mis padres y actualmente estoy yo, que soy la cuarta generación.
Llevamos en esta ubicación desde siempre, desde 1900. Antiguamente cuando fundaron el almacén fue en la calle Mayor, pero desde que abrieron el comercio hemos estado siempre aquí.
Mi bisabuelo se llamaba José Gracia. La cestería viene por la parte de mi padre, que se llamaba Miguel Gracia. Mi padre tuvo que jubilarse antes de tiempo por enfermedad. Por eso la tienda pasó a llevarla mi madre y aún ahora está a su nombre, que es Antonia Escuer.
Cestería Antonia Escuer, un negocio con valores
¿Cuál crees que ha sido la clave para que este negocio siga abierto después de tantos años?
Sobre todo ser fiel a unos principios. Tener en cuenta que el cliente tiene razón y, asimismo, intentar ser amable y que la gente se vaya contenta cuando encuentra un artículo que busca.
Tambiés es muy importante que los artículos que vendemos son de buena calidad y duran muchísimo tiempo. Yo creo que la clave es esa, ir con honestidad y ganarte la vida normalmente con amabilidad, con esmero y tener esa dedicación tanto tiempo. Todos mis familiares han hecho esto para continuar tantos años.
La competencia de las cesterías artesanales
¿Cuál piensas que es la competencia más fuerte que pueden tener este tipo de negocios?
Se les puede llamar competencia porque te hacen pupa y venden productos similares al nuestro, pero no porque haya una competencia de igual calidad y menor precio.
Hay muchos tipos de cestas. Están las cestas de los bazares chinos y nuestras cestas. ¿Comparativa? Pues es que no tiene nada que ver. Una es una cesta fuerte, buena, bien hecha y artesana y las otras son de batalla, de calidad mala, incluso hay que tener cuidado porque en el propio establecimiento de compra las hay que están rotas.
Antiguamente lo de importación era más económico. Hoy en día ya no, porque con todos los cargos que tienen en embarcaciones, aranceles y todo, llegan aquí bastante caras. Entonces es un artículo muy similar de precio al nacional y no tiene nada que ver en calidad.
Pasa lo mismo con las cestas que se compran a veces por Internet. No es que se ha comprado una cesta más barata porque haberla comprado en un lugar u otro, no. Si es más barata es porque es más mala, sin lugar a dudas.
La pandemia del COVID-19 en un comercio no esencial como las cesterías
¿Cómo os afectó la pandemia?
Unos días antes del 14 de marzo de 2020 ya la gente no iba a las tiendas, ya no compraba, se respiraba un aroma un poco raro. Ese sábado ya abrí una sola hoja de la puerta de la tienda sin colgar las cestas ni nada, porque algo pasaba que no era normal. Entonces ya anunciaron el estado de alarma y tuvimos que cerrar los dos meses de rigor que tuvo que cerrar todo el mundo que no vendía artículos esenciales, así que no tuvimos ninguna ganancia.
Y ya en casa, dándole vueltas a la cabeza sobre qué iba a pasar. Teníamos palmas porque estaba cerca la Semana Santa y nosotros las trabajamos con mucho tiempo. Entonces no las pudimos vender y las tuvimos que tirar. Tan solo había tenido un encargo y tuve que devolverle el dinero a la señora porque evidentemente ni podía llevarlas por ahí ni nada. Aunque las tuviera vendidas, no podía hacerle eso. Entonces así nos quedamos. Tuve que pagar el material, porque lo tengo que pagar por adelantado
Luego cuando volvimos no sabíamos cómo íbamos a volver. Las palmas son un producto perecedero, pero lo demás seguía ahí. No tuve ventas pero al menos tenía los demás artículos, no los había tenido que tirar. Sorprendentemente cuando volvimos vino un montón de gente que quería comprar, querían gastarse el dinero que habían ahorrado durante todo ese tiempo. No pensábamos que iba a ser así, la verdad es que al volver me quedé muy contenta.
Fabricación y venta de palmas de Domingo de Ramos en la Cestería Antonia Escuer
Vosotros lleváis vendiendo palmas para el Domingo de Ramos desde hace 123 años. ¿Cómo os ha afectado el hecho de que el catolicismo vaya a menos?
Realmente, las palmas no son algo exclusivamente religioso. Como es algo para niños, pues a veces les damos caprichos. Entonces, si sales por ahí el Domingo de Ramos y lo que se lleva es la palma, pues en lugar de darle un capricho a tu chico de montarle en un tiovivo, pues le compras una palma con unos dulces y le haces feliz, independientemente de que vayas a la iglesia o no.
Aunque es una cosa para llevarla a bendecir, los pasos de Semana Santa llevan palmas y hay gente que va a la iglesia, otra gente no va a la iglesia, es simplemente el capricho de llevar una palma, ponerle unos dulces a tu hijo y complacerle. En muchos casos es así, si no, no se venderían tantas palmas.
¿Recuerdas algo curioso que os haya pasado?
Fue hace más de 20 años y tiene relación con las palmas, ya que hablamos de ellas. Se habían acabado las palmas en Zaragoza y la gente iba como loca buscándolas. Vinieron de una mesa de calle a comprárnoslas a nosotros, teníamos pocas para vender pero seguíamos haciendo.
Se llenó la tienda de gente como antaño, esperando en fila en el comercio hasta que se les atendiera. La gente te daba hasta propina para que les atendieras porque aquello era contrarreloj. Venían a por una palma, se la hacías en ese momento en un cuarto de hora y ahí se quedaba esperando toda la fila con lo que eso conlleva cuando tienes una fila larga y es así para todos los clientes.
Estuvimos el sábado hasta muy tarde y el domingo por la mañana abrimos la puerta para darles palmas a la gente que estaba esperando fuera con niños, porque no podían esperar tanto tiempo en la fila del sábado. Contaban que habían ido a un puesto a comprar palmas, que eran las únicas que quedaban y eran nuestras, y las estaban cobrando a un precio muy alto. Nosotros ese año pusimos las palmas a un precio y lo mantuvimos. No subimos el precio por el hecho de que no hubiese palmas en Zaragoza.
Es lo que antes comentaba de ser honesto. Sabes que un trabajo vale una cantidad de dinero, además tienes gente que te está esperando y sabes que vas a tener venta. Pero no por eso vas a lucrarte y si algo vale 500 cobrarlo a 800. Eso no es lo que hay que hacer en un comercio. Porque precisamente si has tenido la puerta abierta tantos años es porque has sido honesto. Y luego la gente se da cuenta.
Yo ya tengo una de las palmas que ha tejido Belén y que llevará mi hija este Domingo de Ramos. Y como ese día hay que estrenar algo, tengo mi broche comprado en la cestería y hecho de un material similar al de las palmas. En Zaragoza somos afortunados por contar con la Cestería Antonia Escuer, quizá uno de los pocos lugares donde se pueden encontrar palmas tejidas a mano. Así que mi consejo es que aproveches esta oportunidad y vayas a por tu palma, cesta o cualquier artículo de esta tienda que te va a enamorar.