Desde el pasado noviembre en la calle Sepulcro podemos encontrar una tienda-taller de cerámica de lo más original: La Nectarina, objetos inútiles que nos son imprescindibles.
Hay cosas que sorprenden, y es que en plena era digital nos enganche y reconforte tanto trabajar con las manos, por ejemplo, con el barro. Podríamos hablar de un boom de la cerámica. Cada vez nos gusta más sentir como algo se transforma bajo nuestros dedos, algo que no es una pantalla, un botón, un mando. Algo que no obedece ni a luz ni al sonido, solo a nuestra presión, habilidad, imaginación y… paciencia.
El contacto de las manos en el barro nos conecta con algo esencial, que tenemos olvidado pero que nuestro instinto, a veces más sabio que nuestros sentidos, reconoce como auténtico: la cerámica.
Tocar el barro, hacer una pasta, un churro, una bola, jugar y mancharte con un material eterno, que humedeces, moldeas y siempre es distinto y siempre vuelve a nacer. Usar solo la tierra, el agua, el fuego del horno… Quizá tengamos que reinventarnos en tareas que no han variado mucho desde el Neolítico para relajar nuestras mentes que andan derrapando de estímulos… Y si encima nos lo ponen tan fácil en un taller como La Nectarina no hay más que lanzarse.
La emprendedora tras el taller
Conocemos a Violeta, la zaragozana al frente del taller de cerámica La Nectarina.
Todo comienzo en una profesión requiere una formación, Violeta nos cuenta que estudió diseño gráfico en la Escuela de Arte de Zaragoza , “y me di cuenta que trabajar con ordenador no era lo que más me gustaba. Probé con la escultura y me dije ¡esto sí!… Me fui a vivir una temporada a Escocia y descubrí la cerámica en un taller en Edimburgo. A la vuelta me replanteé el punto de partida, busqué talleres para ir a clases de cerámica ¡y me enganchó!
Creo que la cerámica es la disciplina más completa. Fíjate, practicas la escultura al moldear, la pintura sobre las piezas, la química en los esmaltes… ¡La cerámica te permite tantas cosas! Sus posibilidades son infinitas. A mí me gusta especialmente esculpir y también hacer piezas utilitarias, es como llevarte un trozo de arte a tu casa y disfrutarlo cada día.
De mi formación en cerámica destacaría las prácticas en Italia, ¡iba a estar dos meses y me quede 4! Aprendes mucho, solo de estar allí, viendo y absorbiendo lo que hacen, como se organizan el espacio en un taller, como van sacando el trabajo a diario…
Aprender y emprender en un taller de cerámica
“La vuelta de Faenza fue ese volver a empezar, replantearte formar algo sostenible. En el caso de un taller de cerámica puede no ser tan costoso como los materiales de la escultura, pero hay inversiones que tienes que hacer, como un horno…
Yo lo compré en 2019, hace 4 años, antes de la pandemia.”
Como emprendedora, ¿Qué le aconsejarías a alguien que empieza?
“En mi caso, yo he ido poco a poco y eso me ha ayudado. Cuesta dar el paso, pero si lo voy haciendo sin precipitarte todo tiene más sentido. Probar a dominar la técnica, y hasta que no lo tienes claro no pasar a otra. Así vas abriéndote a más cosas… Emprender no es fácil, echas a andar en un mundo hostil. Si vas poco a poco y te equivocas, que te va a pasar seguro, vuelves a comenzar y recalculas tus posibilidades y recorrido.”
El inesperado producto estrella: la tetaceta
Uno de los mantras del emprendimiento para conseguir que un proyecto sea sostenible económicamente es tener un producto estrella, algo que se venda fácil por el que puedas ser reconocido y sea un gancho para el resto de productos… En caso de Violeta es sin lugar a duda: las tetas. Y quizá especialmente la tetaceta. “He vendido muchas. El principio de acuerdas de cada pieza que vendes, luego lo normalizas todo y ya no sé cuantas tetas habré hecho, ¡muchas!
Tienen la forma de benditera o pequeña maceta colgante, son ideales para las plantas aéreas. Es lo que más vendo, también pendientes de tetas… Y también he hecho muchos talleres, uno en agosto he programado uno «hazte tu tetaceta», y te haces tu maceta en forma de teta, la decoras, luego yo me las quedo, las horneo dos veces y las esmalto. Y ya las tienes listas para ti o para regalar…
Y es que la cerámica de Violeta, ya sea en las tetacetas o en sus platitos esmaltados con mensajes en letras de imprenta, está impregnada de un humor dulce e irónico, que te sorprende a veces por la suave rotundidad explícita de sus formas, como la vulva espejo.
La cerámica como punto de encuentro
«Formo parte de Las Bórax Colectiva Cerámica que nace en Zaragoza a mediados de 2020, somos Violeta Bourrut Lacouture, Isabel Bosque y Ana Urbina.
Desde la colectiva entendemos la cerámica como un espacio de encuentro. Cuidamos los procesos por encima de los resultados: respetar los tiempos propios del material, su posibilidad de reciclaje y aprender del error. Creemos en los valores intrínsecos del proceso cerámico como vehículo para vivir y trabajar desde formas más cooperativas, afectivas y responsables.
El nombre viene de la sal de boro que se usa en cerámica, fuimos residentes en La Harinera, hemos colaborado con varias asociaciones como Andar de Nones, colectivo de artistas con diversidad funcional y psíquica, hemos hecho cosas para Cerco…»
Donde encontrar La nectarina
Podemos encontrar la obra de Violeta: en su tienda taller de la calle Sepulcro, 21, en la tienda Así sin más, en Cádiz La Tienda de la Vecina, en la calle José del Toro 21, y por supuesto en su correo electrónico y perfil en Instagram.
Más cerca de lo crees puedes volver a meter la manos en el barro, ¿te atreves?
Fotos de Alfredo Bravo Loeches