Hay menús gastronómicos de autor, perfumería de autor, cine de autor y hasta peluquerías de autor… pero yo he descubierto en esta zaragozana, en Irene Vallejo, la digna representación de la literatura de autor.
Su obra está dotada de una fuerza y un estilo conmovedores, nada hay que hayas leído antes y que se le parezca. Convergen en su inimitable e inconfundible estilo, la originalidad objetiva de la creación nueva y la originalidad subjetiva de la propia expresión única de la autora. Abstenerse aquellos que sufran de envidia y sueñen con escribir porque Irene consigue convertir lo importante de pureza simple en sencillo para leer y aplicarse.
Se somete a mis cuestiones con dos endiabladas técnicas: la elegancia y el porte tranquilo que asoman siempre a sus líneas y que dan forma a los párrafos de su obre y el resultado esta vez en sus respuestas, se me antoja de nuevo más literatura de autor con mucho amor.
1- ¿Qué hace que una mujer escritora nacida en el 79, fecunda en el s. XXI, siglo de lo digital, se fije y mueva la mirada hacia los clásicos?
«De pequeña, nada me hacía más feliz que un cuento. La mayoría empezaban: ‘Había una vez, hace mucho tiempo…’ Creo que allí empezó mi fascinación por el pasado. Veo a los clásicos como viajeros en el tiempo, nadadores de los siglos. Leerlos, traducirlos y aprender de ellos es mi manera de habitar el siglo xxi. Me ayudan a ser contemporánea. Sé que formarán parte del futuro. Cuando despertemos del ensueño de nuestras actuales modas, tendencias y productos de bajo coste, los clásicos todavía estarán ahí.»
2- ¿Podríamos decir que todo lo que se cuente sobre la humanidad, sus tormentos, sus dichas o sus inquietudes está ya dicho?
«Decía Borges que toda novedad es olvido. No somos tan originales como creemos hoy. A mí muchas voces del pasado me suenan cercanas, íntimas, muy vivas. El desafío de los escritores es encontrar una manera nueva de contar lo mismo de siempre: el amor, el poder, las angustias, la esperanza, la aventura, la muerte.»
3- Tu serie de artículos, los que publicas en la columna de Heraldo, son una interpretación de la realidad actual. ¿Qué esperas conseguir escribiéndolos? para quién los escribes?
«Escribo para lectores sin prisas ni prejuicios. En cada artículo, les propongo un viaje del presente al pasado. De los viajes siempre se vuelve con un campo de visión ampliado. Descubrimos quiénes somos al conocer otras culturas y otras épocas. Y nos miramos menos el ombligo. Creo que es un ejercicio sano.»
4- ¿En qué andas embarcada ahora? ¿Seguiremos leyendo a los clásicos desde tu afilada pluma?
«Estoy escribiendo un ensayo sobre la historia de unos extraños y fascinantes inventos: la escritura, los libros, las bibliotecas, las librerías, las traducciones. Se va a titular Una misteriosa lealtad. Me gustaría contar una breve historia de Europa a través de esos relatos antiguos que han viajado hasta nosotros. En cierto modo, somos las palabras que heredamos.»
5- ¿Una recomendación, un consejo para aquellos jóvenes que no leen o que no acaban de encontrar motivos para leer?
«¿Por qué leer? Por placer, por puro vicio. Porque queremos ser otros. Porque una sola vida nunca es suficiente. Cuando leemos salimos de nosotros mismos. Todos queremos ver por otros ojos, pensar con otras ideas y sentir otras pasiones en otros mundos posibles. Leer es lo más parecido a entrar en la mente de otra persona del presente, del pasado o del futuro. La máquina del tiempo y la invasión de los ladrones de cuerpos no son fantasías imposibles de la ciencia-ficción. Existen. Son los libros. Además, enseñan a vivir mejor. Estas son palabras de Raymond Mar y Keith Oatley, psicólogos cognitivos: “La literatura ha sido en general ignorada por los investigadores, porque su función parecía ser únicamente la de entretener. Pero en realidad tiene un propósito más importante: simula situaciones que nos permiten entender a los otros (y a nosotros mismos), algo que aumenta nuestra capacidad de empatía”. Los libros son mapas del mundo y de la vida, en los que descubrimos las reglas de ese difícil y maravilloso oficio de vivir juntos.»