
Las perlas de cristal de Equiliquá son tan gustosas de ver como de llevar. Frescas como cerezas de cristal, coloridas como lágrimas de color puro, brillantes como canicas eternas.
Si lo que te interesa es la bisutería que lleva todo el mundo, esos colgantes y pendientes predecibles y consabidos… No sigas leyendo, Equiliquá no es lo tuyo.
Pero si quieres conocer un poco más estas pequeñas joyas únicas, y no hablamos por hablar, cada joya está trabajada a soplete una a una, y no hay una sola perla de cristal igual a la otra, déjame que te hable un poco más de Equiliquá. Y la emprendedora que le ha dado forma.
La veterinaria que en realidad era joyera

Marta Blanco, la diseñadora de joyas de Equiliquá nos cuenta: “siempre he tenido mano para el dibujo y la plástica, mi madre era maestra y ya me lo decía… Pero como buena adolescente le quise llevar la contraria y decidí estudiar veterinaria.
Yo vivía en Orihuela, Alicante, pero a mí me encantaba Aragón, especialmente el pueblo de donde provengo, Aladrén. Siempre me he sentido más maña que levantina.
Así que con la excusa de estudiar la especialidad me vine para Zaragoza. Pero eso de hacer collares y pendientes empezó por casualidad, una tarde de amigas que una de ellas se había puesto a hacer collares y la ayudé. Me gustó tanto que ya busqué una tienda de abalorios en Zaragoza, que no había tanta variedad como ahora, porque la gente no se hacía tantos accesorios por entonces.
Y lo primero que hice fueron unas tobilleras para Nochevieja para mis amigas, que les encantaron».

Equiliquá antes del cristal
«Como suele ocurrir, mis primeros encargos llegaron por casualidad. Una amiga del gimnasio trabajaba en la tienda de ropa Galleta, cuando estaba en Méndez Núñez. Le mostré algunos collares de piezas que estaba haciendo, le gustaron mucho y me pidieron que les fuera haciendo para la tienda.
Ya no sé si fue causalidad o casualidad»,- ríe Marta.-» La verdad que siempre se me han dado bien las manualidades, y la vida me ha dirigido hacia allí. Era un camino que estaba allí y al final lo tomé».
Corrían los 90, y los collares de Equiliquá aún no eran de cristal, sino de piezas que iba encontrando en todo tipo de comercios de abalorios, ¡incluso ferreterías! “Al principio las llevaba en un pequeño plumier de metal…”

Marta se fue profesionalizando, diseñando y ensamblando piezas pero “llegó un momento que no me saciaban las piezas que encontraba, mucha gente se hacía sus propios collares y yo sentí que necesitaba diferenciarme. Comencé a investigar con materiales, y descubrí la arcilla polimérica. Allí me di cuenta que trabajar con colores era mi pasión.
Cuando este material se popularizó demasiado, – “todo el mundo podía cocer en el horno de su casa esa arcilla y copiarte los modelos”- siguió buscando piezas de bisutería con un alma y materiales diferentes. Así, Marta encontró en 2004 los cursos de la Fundación del Vidrio para la creación de perlas de vidrio en la joyería y se fue a Barcelona a aprender y conseguir la titulación.
«¡Me encantó la técnica!, en cuanto terminé, instalé mi taller en Aladrén ¡y me puse a crear con cristal!

Nace Equiliquá
«Instalé mi primer taller con soplete en Aladrén que era donde tenía espacio. En aquel momento la única manera de producir la llama era con botellas de oxígenos que miden casi 2 metros, ¡no las puedes tener en cualquier sitio! Me instalé en el pueblo un taller con dos plantas, también tuve uno con tienda en Zaragoza, en la calle San Lorenzo».
Por cierto, ¿de dónde viene el nombre Equiliquá?
«Uf, le dimos muchas vueltas, que si palabras cortas, sonoras… Y al final, yendo a la papelería a comprar grapas, mi cabeza estalló con un ¡equiliquá! Y me dije, es esto. Me dijeron algunos que la gente no lo sabría escribir pero yo estaba segura que aunque no lo supieran escribir lo iban a recordar. Y de eso se trata, ¿no?».
Por qué el cristal
¿Por qué elegiste trabajar el cristal?
«Hay muchas técnicas, pero me gusta por la inmediatez del resultado, si yo necesito unas perlas de cristal, puedo hacerlas en un rato, cuezo en mi horno a 500º, hago luego un descenso controlado de la temperatura, las saco, enfrío, limpio con agua, suelto de las varillas ¡y ya están! Si tengo un pedido urgente puedo atenderlo.
Adoro la dureza del material y la permanencia del color. A muy pocas clientas se les ha roto una pieza, y si eso ocurre, te lo puedo volver a hacer igual. ¿Sabías que hay bolas de cristal con la misma técnica que tienen 6000 años? De la antigua Mesopotamia.

Es duro en su resultado, pero flexible mientras lo estás trabajando, puedes modificar una pieza sobre la marcha. Además, el cristal es un material sostenible: es sílice. Se termina deshaciendo por erosión, mezclando con la tierra… Y aprovecho hasta la última migaja de una varita de cristal, ¡todo se reutiliza!
Donde podemos encontrar Equiliquá joyas
Si buscas algo que te venga a mano, en Zaragoza puedes encontrarlas en Esenzia y por supuesto en su tienda online y redes, además en mercados diferentes que se van celebrando a lo largo del año.
Y siempre podéis acercaros a Aladrén, donde quizá encontréis a Marta, metida en plena renovación de su taller, para que se pueda visitar y creando joyas únicas, ya sabéis, en sentido literal.
