En una entrada anterior, presentábamos la obra que Cristina Silván ha realizado en Córner MIZ, una obra Mutante en un espacio mutante. Una obra geométrica realizada a partir de líneas rectas que fluyen y se desenvuelven por el espacio físico creando diferentes formas. El color y la línea son los dos elementos con los que trabaja la artista, combinándolos y adaptándolos a los límites espaciales, incluso dejándoles que salgan y se desarrollen casi de forma orgánica.
La forma de trabajo de Cristina es también un poco mutante. Su proceso creativo fluye y es la propia obra la que va desarrollándose a partir de las manos de su creadora. Cristina deja que la propia obra tenga vida propia y pueda mutar en función a múltiples variables: la disposición en el espacio, las dimensiones de la sala, la luz, el propio espectador, etc., pudiendo adoptar múltiples aspectos y variantes. Una obra que se desarrolla y muta creando volúmenes casi ficticios y formas casi imposibles.
La intención de la artista es crear espacios y arquitecturas geométricas, a priori caóticas, a partir de formas planas. A partir de líneas y de la confluencia de estas unas con otras en las que genera espacios de dos dimensiones, Cristina provoca la mutación de la obra dotándola de tridimensionalidad y solidez en un espacio aparentemente imposible.
El material vinílico que utiliza casi como materia pictórica le permite esas posibilidades de desarrollo espacial que comentamos. Cristina dibuja con vinilo amarillo y azul sobre el negro de la pared con mucha técnica y maestría. A la artista usa los diferentes lenguajes plásticos ya sea pintura, escultura, intervención, en una única dirección la creación de espacios geométricos caóticos donde podernos perder y descubrir las infinitas posibilidades de sus creaciones.
En el siguiente vídeo, Cristina Silván nos habla sobre su obra mutante y los procesos creativos que desarrolla. Una oportunidad de acercarnos un poco más al universo personal de esta artista.
Fotografías: Beatriz Orduña