Detenerse en un lugar para atender a los detalles y (re)descubrirlo guía el enfoque vital de Ángela Elía, responsable de marketing y comunicación especializada en dirección estratégica de marca y dirección de arte. La colaboradora de ‘Made in Zaragoza’, apasionada de los viajes, la gastronomía y el diseño como resalta su blog ‘La maleta extraviada’, habla en esta entrevista de su evocador ideario y de su recorrido profesional y personal.
La idea de perderse en lugares para conocerlos y/o redescubrirlos deja patente tu inquietud por los viajes y experiencias. ¿Qué supone para ti la búsqueda de rincones ocultos y sitios especiales?
Es una forma de viajar y, sobre todo, de vivir o, mejor dicho, de disfrutar de la vida. Hoy día vamos corriendo de aquí para allá y apenas nos fijamos en los detalles. Pero en esos detalles es donde está lo realmente auténtico y valioso. Puedes haber pasado mil veces por una calle y no darte cuenta de que tras una de las esquinas se esconden los restos de un claustro del siglo XVII, como me pasó con la iglesia de las Fecetas de la calle de Santa Lucía. O puedes convertir un viaje a París en una yincana con una lista de “lo imprescindible” y al equivocarte de parada de bus descubrir la verdadera cultura parisina en un barrio que no sale en las guías. Tenemos que darnos tiempo de callejear, de perdernos sin rumbo fijo, y simplemente observar. La mayoría de las veces perderse hace que encuentres cosas increíbles.
En ese sentido, ‘La maleta extraviada’ es un nombre perfecto, una declaración de intenciones. ¿Cómo se te ocurrió?
En mis años de universidad, uno de mis mejores profesores me dijo que la vida era una maleta vacía que tenía que llenar con todo tipo de conocimientos y que cuanto más la llenara, más preparada estaría para enfrentarme al futuro. Y tenía toda la razón, solo que mi maleta es algo rebelde y de vez en cuando necesita extraviarse para salir de lo convencional y llenarse de cosas más auténticas.
¿De pequeña perdías a menudo la maleta?
La verdad es que no mucho (risas), siempre he sido bastante ordenada, tanto que a veces rozaba lo repelente (más risas). No obstante, recuerdo que siempre me quedaba atrás mirando cualquier cosa que me llamara la atención o que preguntaba sin parar sobre todo lo que no entendía hasta sacar de quicio a mis padres… ¡qué paciencia han tenido conmigo!
¿El trabajo y la rutina diaria te permiten esas búsquedas?
Pues reconozco que cada día resulta más difícil. Sacar tiempo para pasear sin ningún destino, simplemente para descubrir, es un lujo. Es triste pero es cierto. Siempre hay algo que hacer, alguna obligación pendiente. Por eso intento convertirlo en una actitud. Trato de estar atenta a cualquier detalle mientras voy y vengo con mis tareas y, lo más importante, si algo me llama la atención lo apunto enseguida porque si no luego es imposible recordarlo. Quién pudiera tener memoria ilimitada…
¿Aplicas esa mirada curiosa a tu actividad profesional?
Por supuesto, la curiosidad y la inquietud por descubrir son importantes en todos los trabajos, sobre todo en los que tienen que ver con la creatividad, como es mi caso. Llevo más de diez años dedicándome a la publicidad, y desde hace poco dirijo el Departamento de Marketing Digital de Izas, una marca aragonesa de ropa ‘outdoor’. La experiencia me ha enseñado que en los detalles muchas veces está la clave de una buena comunicación, por eso es tan importante estar atento.
Gastronomía, viajes y diseño, ¿los elementos de la felicidad?
Para mí, sí. Aunque falta un detalle: siempre en una buena compañía, eso que no falte. Porque más allá de las fotos, lo que vale la pena es ver la cara de felicidad que se le queda a tu compañero cuando por ejemplo le llevas a ver el búnker de la II Guerra Mundial que tanta curiosidad le generaba.
¿Cuál es el sitio más raro y/o lejano al que te ha llevado esta perspectiva vital?
Hace dos años viajamos a Japón y recorrimos el interior rural del país. Recuerdo que un día llevábamos horas viendo templos y estábamos muertos de hambre cuando de pronto vimos un cartel en japonés. Por supuesto no lo entendimos, pero la intuición nos hizo seguirlo y acabamos comiendo en un minirestaurante que literalmente era el salón de la casa de una señora muy mayor. Ella no hablaba inglés ni nosotros japonés, pero nos entendimos y os prometo que nos sirvió el mejor plato de curry japonés que he probado nunca.
En qué lugar (del mundo) te perderías sin dudarlo si pudieras.
Volvería a perderme sin duda por Japón, es un país que me fascina tanto por su cultura como por su comida. Pero si tuviera que elegir un destino nuevo sería Islandia. Llevo tiempo detrás de hacer una ruta en caravana con amigos por los impresionantes parajes naturales de este país y así encontrarme a mí misma entre tanta inmensidad.
Has vivido en Pamplona, Madrid y Barcelona y hace unos años regresaste a Zaragoza. ¿Qué te trasmite tu ciudad natal? ¿Cómo ha cambiado respecto a tu etapa fuera?
Volver a Zaragoza después de tantos años fuera ha sido toda una sorpresa. Sobre todo porque la he encontrado mucho más moderna y alternativa de lo que la dejé. Después de haber vivido en las grandes capitales, el tamaño de Zaragoza me parece perfecto. Pequeña para que todo esté cerca, pero grande para abarcar una oferta cultural tan completa que no me da tiempo a verla toda. Cada día estoy más enamorada de mi ciudad.
¿El regreso ha sido fijo o el trabajo te lleva en paralelo a otras ciudades?
Hasta hace muy poco viajaba todas las semanas porque trabajaba para una empresa de Barcelona. Pero tenía ganas de establecerme en Zaragoza de manera definitiva y contribuir a que empresas de mi tierra tengan el éxito que se merecen. En Aragón hay mucho talento y debemos potenciarlo.
¿Puedes comentar algunos lugares o aspectos que te apasionen de Zaragoza?
El atardecer desde el banco de la colina del parque de La Aljafería; los domingos de bicicleta por la ribera del Ebro o por el Canal; el cine de verano de Las Armas; el día que sale el programa de temporada del Teatro Principal; las mañana de museo en el Pablo Serrano o en el CaixaForum; las tardes de café y tarta en el Café Botánico o en Doña Hipólita; los músicos callejeros de Independencia; descubrir un restaurante nuevo cada fin de semana… Y mil cosas más que podría decir.
El dinamismo del pequeño comercio también invita a descubrir tiendas y proyectos. ¿Eso es lo que te atrajo de ‘Made in Zaragoza’?
¡Claro! Uno de los objetivos de mi blog personal (lamaletaextraviada.com) es mostrar a todo el mundo los aspectos más auténticos de los sitios que visito y, por supuesto, de mi ciudad. Cuando me puse a investigar enseguida encontré el proyecto de ‘Made in Zaragoza’ y desde el principio me enamoré. Encajaba con mi filosofía y por eso cuando vi la convocatoria de blogueros me dije: “Yo tengo que formar parte de esto”.
Angela Elia me encanta, una visión de la vida a tener en cuenta y un tesón profesional especial.
Ángela eres un encanto tanto personal como profesional sigue con esa visión llegarás muy lejos te admiro
Muchas felicidades!. Me a encantado tu entrevista. Animo y adelante!
Las «pequeñas cosas de la vida» hacen grande a las personas que saben disfrutar de ellas en compañía.
Cuanta sensibilidad, emoción, e ilusión por conocer y disfrutar de lo cercano y lo lejano. Y cuanto entusiasmo para transmitirlo y compartirlo. Muchas gracias y mucho ánimo para seguir tu ruta.
Que madurez, me encanta, ese orden y desorden conviviendo día a día. Enhorabuena Ángela
Sigue así Ángela, dándonos a conocer sitios curuiosos, descubre y muestralos con la dulzura que tienes, ánimo y un besote