
De Nueva York a Zaragoza, llega Christina Healy, una joven risueña e inquieta con un arte lleno de color, flores y formas geométricas que evocan calidez y cercanía. Un estilo personal que refleja su amor por la familia y la naturaleza.
Nos reunimos con Christina para hablar sobre su trayectoria.


Vienes de Nueva York, pero ya tienes formada una familia en Zaragoza y te muestras encantada con tu vida aquí.
Nací en Nueva York en 1987 y hasta los 22 años viví allí. Estudié Historia del Arte en la Universidad de Fordham en el Bronx y, tras terminar la carrera, me mudé a España para hacer lo que iba a ser un año “sabático,” antes de seguir con mis estudio de postgrado. Vine a España gracias a un programa que se llama “Auxiliares de Conversación” del Ministerio de Educación y daba clases de inglés en un colegio y en un instituto público. A los tres meses conocí a mi marido y…. quince años, un perro y dos niñas después, aquí sigo.
También tengo un master de Bellas Artes (MFA – Master of Fine Arts, Suny Purchase College School of Art+Design 2012-2014) y durante los dos años de master volví a vivir en NY. Tras acabar el master, volví a Zaragoza y retomé el trabajo en el mundo de la enseñanza pero en 2016 decidí dejarlo y empecé con mi proyecto Holyoke (el nombre de Holyoke viene de la calle donde vivía de niña: Holyoke Road).
Mis pasiones incluyen el arte, la lectura, el deporte y últimamente el patchwork. También estoy muy motivada con el tema de la crianza respetuosa y el cuidado de mis peques en sus años de infancia.
Mis inquietudes son varias, pero lo que principalmente me preocupa personalmente es la distancia que tengo entre mi familia (mis padres, hermanas, tíos, tías, primos, etc.) y mis amigos que viven en EEUU. Llevo siempre dentro un sentido de culpabilidad por haberme mudado tan lejos.
También me preocupa bastante, respecto a la crianza, la presencia de las pantallas, redes sociales, y todo lo que puede implicar más adelante en las vidas de mis niñas. Igual es una de las razones por las que quiero establecer para ellas una fuerte conexión con el arte y otras disciplinas creativas y que tengan ese recurso como herramienta expresiva para cuidar de su salud emocional a lo largo de sus vidas.

¿Cómo supiste que querías dedicarte al arte?
Mi sueño era ser comisaria de exposiciones en un museo en Nueva York. Durante mi carrera estudiando Historia del Arte, conseguí trabajar un par de años en el Museo Guggenheim, uno de ellos como guía de la galería. Fue una experiencia estupenda, pero el ritmo de vida en la ciudad que nunca duerme y el ambiente competitivo me agobiaba un poco. Cuando me mudé a España hablaba muy poco español y tenía pocos amigos, así que tenía mucho tiempo libre para dedicar a mis hobbies.
«Mi carrera ha sido una aventura autodidacta, llena de proyectos dispares y divertidos.»
Fue entonces cuando empecé a pintar más en serio y conseguí preparar un portfolio para presentar a la universidad donde luego realicé mi master. Pero cuando decidí dedicarme 100% al mundo artístico fue en 2016 cuando dejé de trabajar en el mundo de enseñanza de inglés y lanzarme en el mundo de diseño e ilustración.

A través de colores impactantes, formas geométricas y flores presentas sentimientos que nos evocan la infancia, tu vida, tus sueños y recuerdos. ¿Cómo logras transmitir tanta emoción?
No se exactamente como consigo impactar tanto a través de mis cuadros pero creo que tendrá algo que ver con la emoción sincera y profunda que hay detrás de ellos. Los colores son potentes sí, pero intento usar paletas no convencionales y crear armonías enigmáticas. Pienso en cómo suenan las notas menores en la música, las que transmiten un tono misterioso y a veces melancólico.
La combinación de estos elementos básicos coloridos con fragmentos más realistas, como las plantas, estrellas y nubes, pretende difuminar la línea entre la realidad y lo imaginado (y también el sueño).
Tengo sueños muy intensos y a través de ellos “viajo” casi todas las noches a mi hogar de infancia. También es donde veo a menudo a mis abuelos fallecidos y mis familiares que tengo lejos. El sueño es como un portal a mi pasado y ese “feeling” de ensueño es algo que intento reproducir en mi obra.
En la última exposición “Lanterns from the past” en Centro Joaquín Roncal / Un Rincón con Arte, hemos podido admirar uno de tus últimos trabajos que esconde un significado muy especial, la colaboración con tu hija mayor, Chloe. Se nota la estrecha y cálida unión entre madre e hija. ¿Cómo surgió la idea? y ¿Qué supone para ti esa complicidad?
Algunos de mis mejores recuerdos de mi niñez son las tardes y fines de semana que pasaba con mi madre haciendo manualidades. Mi madre es una persona infinitamente creativa y en mi estableció una gran curiosidad y ganas de crear.
Tenía clarísimo que cuando fuera madre quería compartir ese regalo con mis hijas. He tenido mucha suerte de que mi hija mayor, Chloe, comparta conmigo las ganas de dibujar, pintar, cantar, hacer manualidades, porque creo que a través de esa experiencia compartida conectamos aún más. Y dentro de unos años lo compartiremos también con Nora, su hermana pequeña.
Tus obras son muy intimistas y reflejan, en todo momento, la importancia de la familia, que supone un referente para ti. ¿Añoras tu vida en Nueva York?
Lo que añoro realmente son las personas, no tanto mi vida en Nueva York. Echo de menos a la casa de mis padres (hace un par de años la vendieron y se mudaron a otro estado, Carolina del Sur), pero realmente el lugar en sí es simplemente una representación de ellos y todos los buenos recuerdos que tengo con ellos allí.


Las matrioskas, me contabas, ocultan una historia particular…
En mi casa durante toda mi vida, para la comida del día de Navidad, teníamos una tradición. Todos los años mi madre inventaba marca sitios diferentes para todos los invitados que venían a comer. Cada año había un invento diferente y, ojo, no éramos pocos.
Un año mi madre decidió crear los marcas sitios con matrioskas, es decir, las muñecas rusas que contienen versiones cada vez más pequeñas dentro de casa figura. Ese año concretamente eran muñecas rusas formadas por familias de muñecos de nieve. Una monada, la verdad. Cada miembro de la familia tenía su muñeca correspondiente y al final del día la familia se llevaba su conjunto a casa. Yo sigo manteniendo mi conjunto con todas las piezas de la familia.
Este año al sacarlo de la caja para decorar nuestra casa me puse a investigar sobre las matrioskas y sus significados. Para mí siempre han sido como un símbolo de una familia, supongo debido al uso que mi madre les dio ese día de Navidad. Pero también he leído que son un símbolo de la maternidad, con la mamá, siendo la muñeca grande, y los demás sus hijos que salen de su cuerpo. También he leído que algunos las consideran como una representación de todas las versiones de una misma mujer a lo largo de su vida. En inglés las llaman “nesting dolls” y de allí viene el nombre de este cuadro, “Nesting.”

¿Qué engloba Holyoke Studio?
Holyoke Studio es mi proyecto profesional de diseño e ilustración que he ido desarrollando durante los últimos 9 años. Empezó siendo un estudio más enfocado en papelería de bodas, y ahora trabajo más en proyectos de diseño de marca y contenido para empresas e ilustraciones a medida.
¿Puedes darnos detalles de todo el proceso creativo y de las técnicas y materiales que utilizas en tus creaciones?
Las técnicas que utilizo en mi estudio de diseño influyen mucho a la hora de crear los cuadros de mi obra artística. Aunque estén pintados con pintura acrílica sobre tableros de madera, antes de pintar hay varios pasos previos que realizo. Para empezar, primero hago un boceto a lápiz al que luego hago foto y que después abro en Illustrator. Aquí es donde preparo la paleta de colores digitalmente, trabajando con combinaciones y capas de colores. A veces también añado sombras o texturas digitalmente para probar como quedan en el ordenador antes de ponerme a pintar. Luego, hago una cuadrícula en el tablero (similar al proceso que uso para pintura mural a grande escala) y traslado el boceto al soporte final y, por fin, ¡pinto! También he experimentado con pintura en soportes de cerámica y madera cortada con láser y próximamente quiero integrar elementos de patchwork también en mi obra artística.


¿Qué premios y reconocimientos has obtenido a lo largo de tu trayectoria profesional?
Cada reconocimiento ha sido una motivación para seguir explorando y creciendo en mi trabajo. Desde mis primeras selecciones en el Concurso de Pintura Francisco Pradilla en 2011 y 2012, hasta más recientemente, con el primer premio en «Cambia el Museo» en Zaragoza o el segundo puesto en el cartel de las Fiestas de Tarazona 2024, cada uno ha representado un momento clave en mi carrera. También me ha hecho especial ilusión que mi obra haya sido seleccionada para exposiciones como «New Prints 2024/Winter» en el International Print Center de Nueva York o «Jarana» en La Carolina en 2025. Además, haber ganado la etiqueta para el vino Care Nouveau 2024 ha sido una experiencia muy enriquecedora, porque me ha permitido conectar el arte con un producto que forma parte de la cultura popular.

¿Cuáles son los trabajos de los que más orgullosa te sientes?
No lo he mencionado todavía, pero he realizado, gracias a la gente maravillosa de Asalto.org, Believe in Art y Madrid Street Art Project, varias intervenciones murales a grande escala. Son proyectos que requieren mucho esfuerzo físico y también mental, y estoy bastante orgullosa de haber podido crear obras así de grandes (algo que nunca me imaginaba poder hacer). Estoy particularmente orgullosa del último mural que realicé en mayo del 2024 en un festival de arte urbano en Torrefarrera (Lérida) porque lo hice estando embarazada de 32 semanas.
