«Queremos que El Enjambre Lab sea un laboratorio artístico de verdad»

Enrique Abenia 5 junio, 2025
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María Aladrén, en la entrada de El Enjambre Lab

María Aladrén, directora y profesoral teatral, ha impulsado junto a Louis Wells El Enjambre Lab, un espacio colaborativo, orgánico y flexible enfocado al proceso de los artistas

El teatro y el arte experimental siempre han movido a María Aladrén, quien tras una vida en Estados Unidos ha regresado a Zaragoza, su ciudad natal, para impulsar, junto al también profesor Louis Wells, El Enjambre Lab (ubicado en Salvador de Madariaga, la calle que pasa por el parque de Villafeliche, el antiguo canódromo). Un singular espacio creativo y colectivo guiado por el I+D+I artístico del que habla para Made in Zaragoza.

Después de tanto tiempo, ¿qué le trajo de vuelta a Zaragoza?

Hace unos diez años en Nueva York empezó a notarse entre los artistas una cierta desilusión con el sistema a la que se sumó una confluencia de elementos (los efectos de la pandemia, los problemas políticos, los problemas de salud mental, los de la juventud…) que llevó al colectivo a irse a otras ciudades (a Atlanta, al norte de Nueva York, a las zonas rurales) e intentar procesos alternativos de creación artística que tuvieran más impacto local. Empezamos a darnos cuenta de que descentralizar era la mejor manera de tener impacto. En ese contexto, los que teníamos pasaporte comenzamos a marcharnos también. En nuestro caso éramos profesores y estábamos muy establecidos, pero vimos que era el momento de asumir riesgos.

¿Cuál fue su dedicación profesional en Estados Unidos?

Estuve en muchos sitios de Estados Unidos. Antes de Nueva York pasé por Utah, Misuri y Texas. Empecé a dedicarme al baile, al canto, a la escritura y al arte en general. El teatro me atraía porque en él caben todas las artes. Hice la carrera, acabé el doctorado de dirección escena en Texas y siempre estaba muy interesada en el arte experimental y en el ámbito fuera de Broadway. Tuve la suerte de poder vivir y hacer mi carrera de esa manera. Pronto, para cambiar la situación en el teatro, me atrajo también el sistema educativo y empecé a unir la carrera de dirección con la pedagógica. Durante 15 años estuve en un conservatorio estatal de Nueva Jersey mientras dirigía y seguía con todo mi proceso experimental. Luego trabajé en un departamento de teatro de una universidad de Nueva York. Y en los últimos años empecé a ver que las cosas que rompían fórmulas y funcionaban se ‘limpiaban’ y adaptaban fuera del teatro colaborativo y acababan convertidas en marketing y sin impacto local.

La directora y profesora teatral María Aladrén
La directora y profesora teatral María Aladrén

Lo colaborativo, la idea de laboratorio aplicada al terreno artístico… El Enjambre Lab aglutina conceptos sugerentes y, a la vez, etéreos. ¿En qué consiste?

Si se piensa en el proceso científico, antes del medicamento se pasa por un periodo de experimentación y de fracaso. Si no, no existe el producto. Lo mismo pasa con las artes y el pensamiento. Si las artes no tienen un lugar donde se pueden desarrollar, donde el fracaso sea posible, sea aceptado y forme parte del proceso, no vamos a llegar a nada. La función de El Enjambre Lab es simplemente crear ese espacio y dar dignidad a ese proceso de los artistas. No tengo problema con la parte comercial pero sé que si no hay una zona de desarrollo e investigación en la que se respetan las artes, acabas en la parte final donde el arte se desmorona y convierte en marketing.

El Enjambre Lab tiene tres patas fundamentales: la producción, la formación y los proyectos.

Son las maneras de crear el espacio. Para crear un espacio colaborativo con una jerarquía horizontal tienes que ofrecer al artista no solo el propio espacio y los recursos, sino también cierto tipo de formación. En eso tenemos suerte porque Louis y yo hemos sido profesores de teatro. El Enjambre Lab cuenta, entre otros, con aspectos del coworking y de las cooperativas.

‘True West’, representada en el Teatro del Mercado, ha sido la primera obra surgida en el seno de El Enjambre Lab.

Estoy enamorada de Zaragoza. Puede que sea un espejismo porque somos los nuevos en el barrio y la primera vez que haces algo no va ni Dios, pero el teatro se llenó los tres días. Once personas hemos colaborado en esta obra colectiva. Ahora lo siguiente es distribuirla fuera. ‘True West’ es el ejemplo de que queremos hacer. Parte de El Enjambre Lab y después se convierte en un proyecto independiente. La idea es que todo el mundo ayude y crear una comunidad orgánica alrededor de un proyecto y, si sale adelante, sigue su proceso fuera de El Enjambre Lab con quienes quieran continuar vinculados al mismo.

¿Cuántas personas forman parte del espacio y cuáles son sus ramas artísticas?

Somos más de 40 personas. Considerando que empezamos en octubre de 2024, estoy muy contenta. Tenemos gente de producción artística, de cine, actores, directores, escritores… Es muy dinámico, y además compartimos en lo que estamos trabajando y nos damos ‘feedback’.

Lo que se ve al entrar en El Enjambre Lab (su enorme espacio interior está en proceso)
Lo que se ve al entrar en El Enjambre Lab (su enorme espacio interior está en proceso)

Mientras trabajáis estáis con obras y cambios en el local. ¿Cómo queréis que sea?

Queremos que sea un laboratorio artístico de verdad en el que quepan el arte visual, el cine, la música, el teatro, el baile, los eventos en vivo, la creación literaria, una biblioteca… Vamos a explotarlo todo lo que podamos. Lo más importante es que sea un espacio orgánico y flexible que se vaya adaptando a las necesidades de los miembros. Por ejemplo, veíamos que necesitábamos un escenario y lo hemos construido donde estaba el taller. Y también queremos que, como pasará en el futuro, el espacio entero pueda ser escenario de una obra de teatro.

Zaragoza es una ciudad maravillosa, pero también difícil. ¿Cómo la ha encontrado?

La veo absolutamente llena de posibilidades. Todos me miráis raro cuando digo eso, pero he recorrido mucho mundo y noto cuando a una ciudad se le nota la energía por debajo. Eso es lo que detecto en Zaragoza, y si vienes de fuera lo ves un poco mejor. Hay gente joven con ganas e ideas, pero también con miedo a fracasar porque este significa que no comes. Pero mientras haya un espacio en el que eso se permita y donde puedas hacerlo así como que te oriente sobre cómo montar una vida artística, hay esperanza.

Llevará tiempo, pero como digo Zaragoza tiene unas posibilidades tremendas. Cuenta con muchas fuerzas y con riqueza de ideas e intenciones por la intersección de culturas y las ‘tensiones’ y el ‘puente’ entre la tradición y lo nuevo. Nunca va a ser Madrid o Barcelona, pero puede ser Zaragoza. Está intentando demasiado ser otra cosa en vez de aceptar lo que es y utilizarlo.

Autor: Enrique Abenia

Periodista autónomo que ha hecho del cine su forma de vida y su especialización profesional. Desde hace más de una década es crítico de ‘Heraldo de Aragón’. También escribe en 'Cinemanía' y colabora con 20bits.

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