La vigésima edición del Festival Asalto ya está en marcha y, una vez más, Zaragoza se convierte en un museo al aire libre. Desde murales a talleres y ferias, os presento uno de los festivales urbanos de referencia en Europa.
El festival
Desde 2005, el Festival Asalto ha llenado nuestras calles de arte y creatividad. Durante mucho tiempo, el arte urbano permaneció escondido, vinculado al vandalismo; pero este festival lo sacó a la luz y lo celebró con permiso, visibilidad y orgullo. Con la ayuda de artistas de todo el mundo, se pintan murales gigantes en diferentes barrios de Zaragoza. El Asalto fue uno de los primeros festivales de arte urbano en España y ha convertido muros grises en lienzos espectaculares, cambiando de escenario cada año. Con el paso del tiempo, el programa se ha enriquecido con nuevas propuestas: talleres, visitas guiadas, actividades familiares, mercadillos, performances, instalaciones y obras colectivas que hacen del festival una experiencia única.
Edición XX: 20 años del Festival Asalto
Para celebrar sus dos décadas, diez artistas intervienen con su arte en diferentes puntos de la ciudad:
Lonac en la calle Eduardo Sanz Hernaz.
Raquel Coba en las escaleras de Monasterio de Rueda.
Remi Tournier en un muro de Castelar.
Alegría del Prado y Know Hope (Addam Yekutieli) en el entorno del Parque Pignatelli.

Instagram: @lonacpot

Instagram: @alegriadelprado
Lo más especial de esta edición es la apuesta por los proyectos comunitarios. Artistas como Pep Walls colaboran con el Albergue Municipal y los vecinos de la Magdalena en murales colectivos, mientras que Andar de Nones, LATA 65 o Lara Seixo Rodríguez abren sus procesos creativos a personas mayores, asociaciones o grupos de tiempo libre. El resultado no solo embellece la ciudad, también la une.

Instagram: @pep_walls

Instagram: @lata_65
Parada Asalto: el tranvía como galería
Uno de los proyectos más queridos del festival convierte las marquesinas del tranvía en pequeñas galerías artísticas. Este año participan seis artistas locales: Miguel H. Cuar, Luis Grañena, Paula Marco, Elena Mompó, Ruvitijeras y Marina Velasco, que han transformado las paradas de Plaza Aragón, Gran Vía y San Francisco. Sus propuestas giran en torno al día a día.

Asalto Fair
Del 19 al 21 de septiembre, los Depósitos Pignatelli se convirtieron en el epicentro de la Asalto Fair, la feria de arte gráfico y autoedición del festival. Más de veinte creadores, colectivos y estudios presentaron ilustraciones, fanzines, cartelería y diseño independiente. El lugar ideal para descubrir talento emergente, comprar obras originales y charlar directamente con quienes las crean. La feria se completó con un gran programa de talleres participativos: estampación, fotograbado, móviles de cromatografía, retrato simbólico, mural colectivo o propuestas infantiles. Actividades pensadas para todas las edades que acercan el arte al público de una forma sencilla y divertida.
Visitas guiadas y encuentros
El Asalto también invita a recorrer la ciudad con otra mirada gracias a sus visitas guiadas. Hay rutas largas que atraviesan varios barrios para conocer murales de distintas ediciones, y otras más breves, como la del barrio de la Magdalena. Otra joya del programa son los encuentros con artistas, que permiten descubrir de primera mano cómo trabajan, qué ideas inspiran sus obras y qué significa para ellos intervenir en Zaragoza. En esta edición destacan charlas con referentes del muralismo como Daniel Muñoz (SAN) o Escif.
NEXXO: el lado reflexivo del Asalto
El festival no solo se vive en la calle. El programa NEXXO reunió conferencias, proyecciones y debates sobre el arte urbano: su evolución, su impacto social y sus nuevas formas. El espacio perfecto para quienes desean ir más allá de la experiencia visual y comprender el fenómeno en toda su amplitud.

Un festival que hace ciudad
En veinte años, el Festival Asalto ha conseguido que Zaragoza sea reconocida como capital del arte urbano. Pero, más allá de los murales, su mayor logro ha sido convertir la cultura en un motor de convivencia: un arte cercano, que se disfruta paseando y que invita a los vecinos a ser parte activa.
En esta edición aniversario, la ciudad vuelve a demostrar que el arte no necesita paredes de museo: puede estar en una marquesina, en una fachada olvidada o en las manos de un niño pintando su primer mural. Eso es el Asalto: arte vivo, compartido y transformador.




