Cenicienta no es precisamente un ejemplo de emprendimiento. De hecho su carácter conformista y dulzarrón es todo lo contrario a la garra que debe tener un emprendedor.
Por eso, la única parte que me gusta de la película de Disney es cuando llega la bonachona hada madrina y al son de su varita y su “dibidibadidibú” transforma a la boba de Cenicienta en una princesa.

Le da un vestido de tul, una diadema de oro, unos zapatos de cristal, los estirados lacayos y la carroza bamboleante.
Es decir, le da los recursos materiales para acceder a un mundo al que tenía las puertas cerradas.
Y eso es lo que hacen las hadas madrinas y los mentores, si lo son de verdad, nos dan esa chispa para creer en nosotros mismos y nos ofrecen recursos para salir adelante.
Qué es un mentor y qué no lo es
Yo reconozco que tengo mucha suerte, como Cenicienta, he tenido una hada madrina.

Aunque a ella no le gusta que le llame así. Y no solo un hada, por el camino me he ido encontrando a personas que me han ofrecido su experiencia y su visión a cambio de… nada. Descontando mi atención y agradecimiento eterno, por supuesto.
No estoy hablando de tener “un padrino”. Un padrino suele ser alguien que te “coloca” en un puesto. Con un padrino no hay transmisión del saber, no aprendemos de su experiencia, es un favor concreto de alguien que por encima de nosotros, nos da una solución laboral.
El mentor se toma interés por ti, te sugiere, te orienta, te corrige y te baja a la tierra si hace falta.
No te busca y te da un trabajo, te da los puntos para que tú los unas y lo encuentres.
Creo firmemente en la utilidad de los mentores, porque entronca con la forma de aprender más natural: la experiencia y el ejemplo.

Como encontrar tu mentor ideal
Por mi experiencia, el mentor ideal es aquel que tiene un interés genuino en ti, que aunque apenas te conozca sienta que puede encontrar algo que le recompense del tiempo que pasa contigo, que sienta que tiene sentido ayudarte.
A veces es más fácil si los los mentores surgen por referencias, amistades comunes, encuentros laborales o cursos de formación. Son fuentes magníficas para encontrarlos.
Otras veces se organizan desde instituciones y estamos de enhorabuena porque últimamente se prodigan organizando programas para que tener un mentor esté al alcance de todos.
Hay varias plataformas en las que podemos encontrar profesionales con experiencia y visión que nos pueden allanar el escarpado camino del emprendimiento.
Os dejo unos pocos y si conocéis más ponedlo en comentario, por favor.
– AJE, con su programa Mentorizaje
– Youth Business, con su campaña»Pon un mentor en tu vida»
– Secot, seniors voluntarios dispuestos a echarnos una mano

Mis 5 consejos para aprender de tu mentor
– Escucha y observa, a un mentor hay que observarle y escucharle con todos los sentidos, no todo lo que te enseñe te servirá, ya pasarás tu filtro al final, pero no desperdicies ni una migaja.
– Sé audaz, si hay alguien al que admiras y piensas que podría ayudarte, y tienes la oportunidad de conocerle, no te lo pienses, sé valiente y acércate, háblale de tu proyecto.
– Sé humilde, no hay nada más pesado que el que solo quiere hablar de su libro, somos muchos los peces en este mar, acepta lo que te den y encaja las críticas si las hay, estamos aquí para aprender.
– Sé generoso, no pienses que no puedes hacer nada por tu mentor, siempre puedes agradecer lo que hace por ti. Si no estás en disposición de hacerlo aún laboralmente ten un detalle personal o un pequeño regalo, un bolígrafo especial, un libro que te haya inspirado, una pequeña planta, el bizcocho que te sale de rechupete…
– Sé mentor cuando te toque. Cito a mi mentor en nuestra primera reunión: “Solo te pido una cosa, cuando te toque el momento, ayuda a alguien como yo lo hago contigo».- Ante mi mirada incrédula, pensando cuando estaré yo en disposición de ayudar a otro, me contestó.- «Más pronto de lo crees. Y ya verás lo bien que sienta…”
A la espera de entonar mi “dibidibadidibú” me despido, ¡nos vemos por el camino, emprendedores!



