El escultor David Ballestar conmemoró con familiares, amigos y alumnos la puesta a punto de El Arquetipo gracias a las aportaciones del programa de apoyo a la innovación comercial
Los proyectos emprendedores, por consolidados que estén, siempre son susceptibles de introducir mejoras, y las sugeridas desde fuera son las más enriquecedoras. El Arquetipo, el taller de escultura creativa del artista David Ballestar, abre nueva etapa una vez finalizado el asesoramiento integral ofrecido en el marco de la octava edición de MIZ-Lab, el programa de apoyo a la innovación comercial de Made in Zaragoza y Zaragoza Activa.
Ballestar celebró el pasado sábado 20 de enero en su espacio en el corazón de La Magdalena (calle de San Agustín, 8), donde lleva siete años, una pequeña fiesta a modo de reapertura y para simbolizar la andadura que ahora inicia de progresiva aplicación de las ideas aportadas. Un sencillo acto en el que estuvo arropado por familiares, amigos y alumnos y en el que realizó dos talleres, uno para dejarse llevar por la imaginación y hacer figuras con retales de madera (denominado puzzle infinito) y otro para crear un colgante de alabastro.
En las indicaciones que daba sobre los pasos a seguir dejó patente su naturalidad, resultado de la experiencia y del oficio adquiridos así como de la llama vocacional que le guía, y la facilidad con la que logra transmitir los conceptos a los alumnos, que además se sienten acompañados y bien guiados. En esa habilidad que potencia la vivencia del proceso creativo, que además tiene algo de ‘efecto terapéutico’, reposa uno de sus valores diferenciales a ojos de Miriam Almazán, mentora de MIZ-Lab 8 en el apartado de planificación estratégica.
«El programa le ha ayudado a sacar ideas y a establecer unas prioridades acerca de cómo implementarlas. Para él era importante encontrar una mejor conciliación familiar y estructurar de otra manera su trabajo en el taller», explica la experta.
«MIZ-Lab te permite ver el negocio desde otros ojos y a animarte a poner en práctica esas ideas que podías tener pero no llegabas a llevar a efecto», comenta Ballestar, que añade que resalta lo más valioso del intenso periodo de reuniones: «Me ha enseñado a vér qué quiero yo realmente de este trabajo, qué me interesa y qué quiero vender. Es vocacional pero hay que saber lo que quieres conseguir con él», expone el escultor, que tiene claro que, con los cursos como complemento, desea dedicarse principalmente a sus piezas y a estar más a gusto. Ahora es más consciente de que su propia figura como artista constituye un aspecto diferencial.
Ballestar agradece el apoyo de Almazán así como todo lo aportado por del mentor Fernando Cebolla en temas de comunicación y redes, una faceta que el escultor necesitaba potenciar, y por las responsables de Recreando Estudio en la asesoría de espacio físico e imagen. Las nuevas tarjetas de visita y el aspecto exterior del local, con ese cartel y con una estantería lucida en cuanto a piezas en el escaparate, son las primeras manifestaciones de los cambios en imagen.