Es uno de los lugares más bellos y emblemáticos de la ciudad, pero sin embargo, ha permanecido en el más absoluto abandono en los últimos años, pese a estar situado en plena Plaza del Pilar. Por suerte, y gracias al empuje de un grupo de emprendedores, el Pasaje del Ciclón vuelve a brillar con luz propia. Tiendas como Basilicus o Caelum, el Café Botánico, la Heladería Dino o el Hotel Las Torres están empeñados en recuperar el prestigio de este espacio y en que el Pasaje del Ciclón siga lleno de vida durante muchos años.
El Pasaje del Comercio y de la Industria, más conocido por todos como El Ciclón, tiene su origen a finales del siglo XIX, cuando el arquitecto Fernando de Yarza construyó el edificio de viviendas y el propio Pasaje a instancias del Marques de Ayerbe. Eran tiempos de remodelación urbana, y Zaragoza, siguiendo la estela de otras grandes capitales europeas, estaba inmersa en proyectos de regeneración urbana con la apertura de la calle Alfonso I para unir el Coso con el Pilar. Y en esta reforma, el Pasaje del Ciclón jugaba un papel determinante al resolver la esquina de la nueva calle con la Plaza del Pilar.
Al construir este Pasaje, el Marqués de Ayerbe y el arquitecto Fernando de Yarza siguieron la moda de las grandes galerías comerciales que se estaban construyendo por las principales capitales europeas, y pretendían convertir este céntrico espacio en un lugar de referencia para la burguesía y la nobleza zaragozana, un lugar en el que ver y dejarse ver.
Tras un periodo de esplendor, el Pasaje del Ciclón comenzó un lento declive con el cierre de la mayor parte de los establecimientos que conformaban este céntrico espacio, dando paso a un periodo de oscuridad y tinieblas hasta que en el año 2008, el Pasaje del Ciclón comenzó a levantar de nuevo el vuelo con la apertura de nuevos establecimientos que comenzaron a dar vida al renovado Pasaje.
Así, en estos momentos, además de pasear por sus galerías, en El Ciclón es posible tomarse desde un agradable café con bizcocho casero en el encantador Café Botánico a un delicioso gintonic con sorbete de la Heladería Dino, pasando por las fantásticas y minimalistas habitaciones del Hotel Las Torres, la sala de exposiciones de la Galería de Arte Pilar Ginés o los productos de alimentación aragoneses y los artísticos souvenirs de Caelum y Basilicus, además de disfrutar de los recitales que suelen organizarse en este fantástico espacio.
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